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Cuando llegaron, vio a Eliab y pensó:

— Aquí está el ungido del Señor.

Pero el Señor le dijo:

— No valores sólo su aspecto y su buena planta, porque yo lo he descartado. Aquí no valen miras humanas. Pues ustedes se fijan en las apariencias, pero yo miro al corazón.

Jesé llamó a Abinadab y lo presentó a Samuel, que dijo:

— A este tampoco lo ha elegido el Señor.

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